Cruzando el umbral

Contempla este tronco. Cada anillo señala un periodo de crecimiento que se corresponde con la medida de un año. Si deseas conocer la edad del árbol solo tendrás que contar uno por uno los círculos que su devenir vital ha impreso en la madera. En alguna de estas líneas este árbol sufrió. Quizá fue una plaga, una pedriza, una guerra. En alguna de esas vueltas su historia y la nuestra se cruzan, al igual que lo hace la mano que acaricia el mapa del árbol, y resulta inevitable jugar a averiguar en cuál de estos surcos nacimos, en cuál llegó el barco del abuelo a América, en cuál se escribieron ciertos poemas, ciertos libros.

2020, el año en que supimos de nuestra fragilidad. Se despide este número agregando su anillo a la entraña de todos los árboles, de todos los bosques. Me pregunto cómo será su lectura en un futuro aún por escribir. Cuando alguien acaricie la superficie de una sección de árbol, y cuente los círculos concéntricos de su historia, y pase sin saberlo por encima de este, que ha sido dolor, muerte, sufrimiento. También lucidez, aunque hiera.

Cruzamos el umbral del calendario. Ya lo estamos haciendo. En algún lugar la nieve espera una huella a punto de llegar.

Feliz paso.